Los canchules se conmemoran en víspera del Día de los Difuntos.
“Va a canchultiar” o “pasarán a la canchultiada”, invitaban a los visitantes las familias que tenían altares en honor a sus difuntos en Nahuizalco, Sonsonate, este 1 de noviembre.
Cientos de familias visitaron la Casa de la Cultura de Nahuizalco, así como los altares preparados por las familias que recordaron a sus difuntos, ubicados alrededor del parque central del municipio, para compartir los canchules (es decir, compartir lo cocinado).
“Ángeles somos, del cielo venimos pidiendo canchules para nuestro camino, ¡kanshultia!”, rezaban los nahuizalqueños junto a los turistas nacionales y extranjeros que visitaban cada altar para recibir sus canchules.
A la festividad asistieron el viceministro de Cultura, Eric Doradea; el director nacional de Casas de la Cultura y Parques Culturales, Walter Romero; el director general de Multiculturalidad, Alberto Cruz; el director del Museo Nacional de Antropología Dr. David. J. Guzmán (MUNA), Danilo Villalta, y la directora de Parques Culturales, Elizabeth Baires, quienes recorrieron cada uno de los altares rezando para recibir sus canchules.
“En Nahuizalco podemos observar el tema de los altares. Nosotros los vivos pedimos comida para el tránsito, pero también a los muertos se les recuerda con fotografía, imágenes, elementos que en su vida cotidiana realizaban y tenían como parte de su identidad”, detalló el viceministro Doradea.
El funcionario se refirió al significado de los altares como encuentro entre la vida y la muerte: “Los muertos vienen a encontrarse con los vivos y los vivos van a encontrarse con los muertos. Unos piden comida para el camino y otros vienen porque en sus altares tienen comida y lo que a ellos les gustaba cuando estaban vivos”.
En dichos altares, sincretismo entre el cristianismo y lo indígena, se encontraba toda clase de comida, como tamales, pupusas de yuca, variedad de fruta de temporada, pan, arroz con leche, chicha, licores, así como las tradicionales candelas de cebo, puros, incienso y la decoración de papel de china que engalanaba el lugar, donde cientos de personas hacían fila para recibir sus canchules.
Según detalló el viceministro de Cultura, las tradiciones son el soporte que sostienen las culturales de un país. “Los pueblos viven sus tradiciones, colores, olores y sabores, y a partir de estas tradiciones forman esos hechos identitarios y esa cultura que los hace ser únicos en la región”, dijo.
“Nosotros, como Ministerio de Cultura, estamos promocionando, revitalizando y apastándole a la construcción de la salvadoreñidad y que estas prácticas y tradiciones se fortalezcan y que no se pierdan, que las nuevas generaciones las conozcan porque han sido prácticas que se han venido desarrollando por mucho tiempo y a través de la tradición oral estas prácticas se mantienen hasta el día de hoy”, añadió Doradea.
Polita Lipe, nahuizalqueña, lleva más de doce años celebrando los canchules y recibiendo con amabilidad a cada visitante. El altar de su familia estaba adornado con imágenes religiosas, fotografías de sus difuntos, puros, incienso, licor, chicha, fruta de temporada y recuerdos para los visitantes.
“Celebramos la alegría y la vida que nos da Dios. Estamos muy agradecidos y eso es lo que compartimos”, expresó Lipe.
Pero esta no es la única celebración que se realiza en El Salvador en vísperas del Día de los Difuntos; en Izalco también se celebran los tradicionales altares de muertos y en el municipio de Tonacatepeque la calabiuza.
Al respecto, el viceministro Doradea puntualizó: “Es bien interesante, porque tanto los pidones en Izalco, los canchules en Nahuizalco, como también la calabiuza en Tonacatepeque están vinculados con elementos gastronómicos; son los vivos los que piden comida para el camino y es ese camino que nosotros tarde o temprano vamos a transitar de la vida a la muerte”.
Etiquetas: Día de los Canchules, Dirección Nacional de Casas de la Cultura y Parques Culturales, Nahuizalco, Viceministro de Cultura