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La violencia obstétrica en el testimonio de Hiliana Turcios

El certamen en la categoría Testimonio fue convocado por la Casa de la Cultura de Ahuachapán.

La artista Hiliana Turcios ganó la edición XXVI de los Juegos Florales de Ahuachapán en la rama de Testimonio, con el texto “Duelo silencioso”, presentado bajo el seudónimo Madre de Dragones.

“‘Duelo silencioso’ es un testimonio autobiográfico que expone la violencia obstétrica dentro del sistema de salud, y de cómo esa violencia y negligencia médica desencadenó una serie de eventos desafortunados, entre ellos, el duelo por la pérdida de un bebé por un aborto involuntario”, especificó la autora.

Turcios nació el 6 de julio de 1978. Actriz con 22 años de trayectoria en el mundo de las tablas, también es productora y fundadora de Buchinche Colectivo.

Participó como actriz invitada en varias compañías nacionales de teatro, con las que ha interpretado papeles en más de 25 espectáculos teatrales, así como en tres proyectos cinematográficos.

Participó en festivales nacionales e internacionales de teatro como el Festival Centroamericano de Teatro Creatividad Sin Fronteras, el Festival Internacional de Teatro Infantil, el Festival por la Paz, Muestra Nacional de Teatro y ESCENA 2008, 2009 Y 2011. Actualmente, forma parte de los talleres de Didascalia, impartidos por Jorgelina Cerritos.

Turcios es facilitadora de talleres de teatro y títeres, y pertenece a la Asociación de Artistas de Teatro de El Salvador (ARTTES).

Duelo silencioso

(Fragmento)

…El doctor comienza la consulta con preguntas de rutina. ¿Por qué viene? ¿Cuántas semanas tiene? ¿Última fecha de regla? etc. etc. etc. Lo noté tan distraído al punto que no le cuadraban sus cuentas para calcular las semanas de mi embarazo. Que me dio la impresión de que aún seguía preocupado por “la emergencia del sistema”. Vencido por no poder sacarlas, decidió cambiar de estrategia y llegó a la brillante conclusión, que, sin una revisión o una ultrasonografía, no podía decir con exactitud a qué se debía el que yo estuviera botando “agua”. Y al no haber otros médicos de turno en ese momento, él mismo se ofreció para realizarla.

El diagnóstico de la ultrasonografía fue ruptura de membranas; el bebé aún presentaba signos vitales, pero había muy poco líquido amniótico alrededor de él, por consiguiente, era un aborto inevitable. Esa tarde yo había llegado con la esperanza de ser atendida lo más rápido posible y confiando en los profesionales de la salud, quienes se han preparado y especializado justamente para salvar vidas.

Esa noche mi realidad fue otra, mi única opción era esperar a que mi bebé muriera adentro de mi vientre, pues las últimas palabras del doctor fueron: “humana y medicamente no se puede hacer nada más por él”. Los hospitales del sistema de salud público, tienen como políticas que los acompañantes de las pacientes deben esperar afuera, no se les permite ingresar con ellas al consultorio y gracias a esas políticas, yo me encontraba sola con un extraño al que no podía abrazar para sentir acompañamiento en el inicio de mi duelo; mientras tanto Henry, afuera esperando, con la angustiosa incertidumbre de no saber lo qué estaba pasando. La cotidianidad en los hospitales nos obliga a normalizar y aceptar el maltrato que suelen dar la mayoría de las personas que ahí laboran, médicos, enfermeras, auxiliares de servicio, inclusive los vigilantes…

Publicado el 10-03-2021.